Cada Navidad me lleva de vuelta a la mesa de la cocina de mamá Benia en Cabimas Edo. Zulia, donde el calor de la familia se sentía en el aire, en cada historia que ella contaba mientras saboreábamos las hallacas. Recuerdo perfectamente cómo se sentaba conmigo, tomándome de la mano, y me hablaba de los viejos tiempos, de las tradiciones que no podían faltar. En su casa, cada Navidad era una mezcla de sabores, risas, y recuerdos que, aunque ya no se repiten, siguen vivos en mi corazón y el de mi esposa.
Lo que más me marcó de aquellas navidades fue cómo toda la comunidad se reunía alrededor de mamá Benia. Mi esposa, Iris, me cuenta con nostalgia cómo todos los vecinos, al final de cada año, terminaban en su casa. No había invitaciones formales, solo la certeza de que en casa de mamá Benia siempre había un lugar para todos. Y no importaba de dónde venías o si llegabas tarde, ella te recibía con un abrazo cálido, una sonrisa y, por supuesto, un plato de hallacas. A través de ella, entendí que la Navidad no era solo una celebración, sino una oportunidad para hacer comunidad, para sentir que todos éramos parte de una gran familia.
El amor de mamá Benia por la familia era contagioso. Con el paso de los años, las personas que llegaban a su casa no solo eran amigos o vecinos; se convertían en parte de algo más grande, algo que trascendía la sangre. Mamá Benia fue la líder de esa familia ampliada, uniendo a todos con su generosidad, su sabiduría y su capacidad de hacer sentir a cada uno como si fuera el más importante.
Hoy, en Burlington Brewery, quiero que un pedacito de esa magia siga viva. Es por eso que, este año, hemos preparado las hallacas de mamá Benia en honor a ella. Pero más allá de la comida, quiero que cada bocado sea un recordatorio de lo que significa la verdadera unión familiar, la que se construye no solo con lazos de sangre, sino con el corazón.
También, para continuar con esa tradición de unión, hemos organizado dos conciertos de gaitas, el 26 y 29 de diciembre, para que podamos reunirnos como comunidad, compartir historias y celebrar como una gran familia, tal como mamá Benia lo hacía.
Porque en este diciembre, no solo celebramos las recetas y las canciones, sino la esencia de lo que significa ser parte de algo más grande, de llevar en el corazón el amor por nuestra gente, por nuestra cultura, por nuestra familia.
Así que los invito a unirse a nosotros para seguir compartiendo esa luz, ese calor, y ese amor que mamá Benia nos regaló, porque aunque ella ya no esté, su espíritu sigue vivo en cada Navidad, en cada hallaca, en cada risa que compartimos.
¡Felices fiestas, con el corazón lleno de amor y tradición!
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